Todos los que hemos crecido en el barrio de San José recordamos con cariño la mesa de ping pong de la plaza de la iglesia. Un día cambiaron el suelo y desapareció para no volver, no sabemos a dónde se la llevarían. Fue bastante triste su desaparición, pues dentro de nuestro barrio, uno de los más humildes y abandonados de la ciudad, apenas hay instalaciones deportivas abierta para que jueguen los niños. Ningún campo de futbol ni de baloncesto abierto. Al menos me gustaría volver a tener una mesa de ping pong alrededor de la cual los más jóvenes puedan pasar el rato de una forma sana.