En algunas ciudades existen y son un espacio de juego familiar. Jugar al aire libre es tan necesario para los niños como comer o respirar. Además de actividad física, el juego aporta beneficios a nivel emocional y cognitivo, aporta aprendizajes y valores, y sobre todo aporta diversión. Y no sólo a los más pequeños, los adultos también nos beneficiamos del juego. “En la actividad lúdica, tanto los niños como los adultos, podemos desarrollarnos intelectualmente (aprender a pensar), socialmente (aprender a ser), físicamente (aprender a hacer) y estéticamente (aprender a crear). No necesariamente todos los juegos han de desarrollar todos estos aspectos globales de la educación, pero sí que pueden ser una herramienta estupenda para avanzar en estos caminos y competencias”, explicaba Andrés Paya, profesor e investigador en la Universidad de Valencia y fundador del Observatorio del Juego Infantil (OJI) en una entrevista.
Fuente: mamaproof.